Colegio de La Inmaculada de los Hermanos Maristas del Paseo de San Juan de Barcelona. Encima de la pizarra un crucifijo y dos cuadros , uno a cada lado: Francisco Franco y la Inmaculada Concepción de María. Al primero de la clase le daban una barra entera de regliz Zara. Al segundo, nada. El primero llevaba un parche en un ojo y era un niño ejemplar. Luego se volvió malo. Yo era casi siempre el segundo. Pero siempre quise ser el primero, hasta volverme también malo.
Ugedo era el nombre de un memorable profesor de matemáticas. Mi inteligencia de cálculo numérico es más bien limitada, y el memorable profesor Ugedo no dejaba de repetirme con desprecio: «¡Bah, nunca vas a hacer nada bueno en la Vida !, ¡Bah, nunca vas a poder hacer nada bueno en la Vida! ¡Bah!...». Realmente, sus métodos psicopedagógicos no eran muy avanzados.
Es cierto: los números no son mi fuerte. Pero, como pueden comprobar mis lectores y también mis clientes, con lo de inventarme palabras de forma creativa sí que me defiendo bastante. Así que le puse un mote que pronto corrió como la pólvora por todo el colegio: «¡Ugedo Pedo!». Mi venganza infantil fue más terrible que la del muñeco diabólico. «¡Ugedo Pedo!», «¡Ugedo Pedo!», repetían por lo bajini a sus espaldas todos sus atemorizados alumnos –que eran muchos– cuando caminaba solemne y enfurecido por el pasillo del inmaculado colegio.
Años después, mientras estaba una madrugada como Médico de Guardia en la sala de Cardiología del Hospital de San Pablo de la misma ciudad de Barcelona, entró un paciente con un infarto agudo de miocardio para ser atendido de urgencia; y no tenía un aspecto precisamente arrogante. Cuál no fue mi sorpresa al ver en la camilla al mismísimo profesor Ugedo. - Buenas noches, profesor Ugedo. ¿ Como se encuentra?.
Por supuesto, fue mi deber contribuir a salvarle la Vida a la persona que fue mi antiguo profesor de mates y que tan poco confiaba en mí. "¡Vaya, al final sí que pude hacer algo bueno en la vida!" - pensé. Aunque he de reconocer que mi hemisferio izquierdo sigue un poco atascadito en cuestiones numéricas y pragmáticas.
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